La pregunta que se debe hacer no es: «¿Qué es el Espíritu Santo?», sino: «¿Quién es el Espíritu Santo?». La pregunta es ésta porque el Espíritu Santo es un Ser, es alguien con personalidad propia, el tercer miembro de la Deidad. Es más que una fuerza o poder; es una Persona celestial con vida propia.
ES UNA «PERSONA»
Toda la información disponible en la Biblia apunta al hecho de que el Espíritu Santo es una persona divina. Tiene las mismas características personales del Padre y del Hijo.
Posee atributos de persona
Los atributos del Espíritu Santo indican que Él es una persona viviente, un Ser individual, y no una simple fuerza. Veamos los siguientes:
1. Criterio propio: «Porque ha parecido bien al Espíritu Santo,…» (Hechos 15.28a).
2. Intención: «Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu,…» (Romanos 8.27a).
3. Voluntad: «Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Corintios 12.11).
4. Conocimiento: «Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Corintios 2.11b).
5. Emociones (Amor, tristeza, gozo): «Pero os ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que me ayudéis orando por mí a Dios» (Romanos 15.30); «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención» (Efesios 4.30); «Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo» (1 Tesalonicenses 1.6).
El hecho de que el Espíritu Santo posea estas características revela que Él es una persona.
Lleva a cabo actividades de persona
El Espíritu Santo actúa como una persona y no meramente como una fuerza. Puede llevar a cabo las siguientes actividades:
1. Enseña y recuerda: «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho» (Juan 14.26).
2. Da testimonio: «Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí» (Juan 15.26).
3. Guía a la verdad: «Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad» (Juan 16.13a).
4. Habla: «… porque no hablará por su propia cuenta» (Juan 16.13b; vea también Hechos 8.29; 11.12; 1 Timoteo 4.1).
5. Oye: «… sino que hablará todo lo que oyere» (Juan 16.13c).
6. Hace saber: «… y os hará saber las cosas que habrán de venir» (Juan 16.13d).
7. Prohíbe: «Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia» (Hechos 16.6).
8. Da vida: «… el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros» (Romanos 8.11b).
9. Revela: «Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu» (1 Corintios 2.10a; vea también Efesios 3.3–5).
10. Escudriña: «… porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1 Corintios 2.10b).
11. Promete: «… para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu» (Gálatas 3.14; vea Hechos 2.33).
12. Tiene comunión: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2 Corintios 13.14; vea también Filipenses 2.1).
13. Intercede: «… pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles…, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos» (Romanos 8.26–27).
14. Indica y anuncia: «… escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos» (1 Pedro 1.11).
15. Invita: «Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven» (Apocalipsis 22.17a).
16. Lleva y guía: «Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto» (Lucas 4.1). «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios» (Romanos 8.14).
Sólo una persona puede llevar a cabo las anteriores actividades, no así una mera fuerza. Es por esta razón que el Espíritu Santo debe ser visto como una persona.
Puede ser maltratado como lo es una persona
Las palabras utilizadas para describir los desaires y ofensas que se le causan al Espíritu Santo se expresan por lo general en palabras relacionadas con el maltrato a una persona, y no con las faltas que se puedan cometer contra un poder o fuerza inertes. Al Espíritu Santo se le puede maltratar de las siguientes maneras:
1. Blasfemando en contra Suya: «… mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada […] al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero» (Mateo 12.31,32).
2. Mintiéndole: «Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo,…?» (Hechos 5.3a).
3. Resistiéndolo: «¡Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo» (Hechos 7.51a).
4. Contristándolo: «Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención» (Efesios 4.30).
5. Afrentándolo: «¿… e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?» (Hebreos 10.29).
6. Apagándolo: «No apaguéis al Espíritu» (1 Tesalonicenses 5.19).
Las palabras que usa la Biblia para describir la manera como el Espíritu Santo puede ser maltratado, indican que es una persona. No son las palabras que suelen usarse para describir el maltrato causado a poderes o fuerzas; excepto en las menciones de éstos en contextos poéticos o figurados. Los contextos en los cuales se encuentran los versículos anteriores no muestran indicios de que en ellos se esté usando lenguaje figurado.
Tiene existencia independiente
Otra indicación de que el Espíritu Santo es persona, no sólo radica en el hecho de que tiene Su propia naturaleza y carácter, al igual que el Padre y el Hijo; sino también en el hecho de que tiene existencia propia e independiente.
Se dice de Él, que descendió sobre Jesús cuando Éste fue bautizado (Juan 1.33). Cuando el Hijo subió del agua después que fue bautizado, el Espíritu descendió sobre Jesús y el Padre habló desde los cielos (Mateo 3.16–17; Lucas 3.21–22). En ese momento el Padre estaba en los cielos; el Hijo, en la tierra; y el Espíritu venía a morar con Jesús.
Una persona puede hablar mal contra Jesús y ser perdonada —pero si habla contra el Espíritu Santo, no podrá ser perdonada (Mateo 12.32). ¿Cómo podría alguien hablar contra Jesús y no contra el Espíritu si éstos son la misma persona? Cuando Jesús daba esta enseñanza debió de haber estado consciente de la independencia del uno y del otro.
Así como de otros se decía que estaban llenos del Espíritu Santo (Hechos 6.3, 5; 7.55; 11.24) también de Jesús se decía que Él estaba lleno del Espíritu Santo (Lucas 4.1). Difícilmente habría quien alegue que las personas que estaban llenas del Espíritu Santo en estos ejemplos de Hechos, eran una misma persona con el Espíritu Santo. Jesús y el Espíritu Santo deben también ser reconocidos como seres claramente independientes.
Juan escribió que el Espíritu Santo no había sido dado todavía (Juan 7.39) pues Jesús no había sido glorificado. Esto fue expresado cuando ya Jesús estaba en la tierra junto con los apóstoles. El Espíritu Santo debe ser alguien distinto de Jesús, ya que todavía no había sido dado a los apóstoles.
Jesús expresó que Él les enviaría a los apóstoles «otro Consolador», según lo prometió en Juan 14.16; tal Consolador es el Espíritu Santo (Juan 14.26). ¿Cómo iba a poder enviarles Jesús «otro» Consolador y ser a la vez el Consolador? O bien, ¿cómo iba a poder ser el Espíritu Santo «otro» Consolador y ser Él y Jesús el mismo?
Jesús dijo que no enviaría el Espíritu sino hasta que Él se hubiera ido (Juan 16.7). También dijo que el Espíritu no hablaría según le dictara Su propia iniciativa, sino que hablaría de lo que oiría de Jesús (Juan 16.13). La información acerca de Jesús y el Espíritu Santo que se da en el Nuevo Testamento indica que ellos son dos Personas celestiales independientes.
ES DIVINO
Al Espíritu Santo se le menciona con el Padre y el Hijo como coigual de Éstos, y con el mismo estatus de Ellos. A la gente se le manda a bautizarse en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28.19). Pablo mencionó a los tres juntos como dando a entender que gozan del mismo estatus, en 2 Corintios 13.14: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros». El Espíritu, Dios («Padre»; 1 Corintios 8.6), y el Señor («Jesús»; 1 Corintios 8.6), son los que imparten los dones espirituales (1 Corintios 12.4–6), los cuales son dados según la voluntad del Espíritu (1 Corintios 12.11).
Son abrumadoras las pruebas que hay en el Nuevo Testamento, en el sentido de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son Seres distintos, individuales, de naturaleza parecida. Están unidos en la relación que tienen entre sí formando uno solo, y en su servicio a la humanidad.
Hay cualidades que solamente posee la Deidad, y que le son atribuidas al Espíritu Santo. Note cinco atributos que comparte con el Padre y el Hijo:
1. Eternidad: Las siguientes son expresiones bíblicas en las que se declara la naturaleza eterna 1) del Espíritu Santo —«… ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno, se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?» (Hebreos 9.14); 2) del Padre —«Firme es tu trono desde entonces; tú eres eternamente» (Salmos 93.2); y 3) de Jesús —«Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Hebreos 13.8); «Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 1.11).
2. Omnisciencia: Esta característica se menciona en pasajes bíblicos que tienen que ver con: 1) el Espíritu Santo —«Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1 Corintios 2.10); 2) el Padre —«Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta» (Hebreos 4.13); y 3) Jesús —«Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre» (Juan 2.24–25).
3. Omnipotencia: Varios pasajes bíblicos mencionan este atributo en relación con 1) el Espíritu Santo —«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lucas 1.35b); «Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea» (Lucas 4.14a); «… pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo» (Hechos 1.8a); 2) con Dios —«porque nada hay imposible para Dios» (Lucas 1.37); y 3) con Jesús —«… Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28.18).
4. Omnipresencia: La capacidad de estar presente en todo lugar se atribuye: 1) al Espíritu Santo —«¿A dónde me iré de tu Espíritu?» (Salmos 139.7a); 2) al Padre —«Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener» (1 Reyes 8.27a); «¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?» (Jeremías 23.24); y 3) a Jesús —«… y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mateo 28.20b).
5. Poder creador: Los siguientes pasajes bíblicos presentan a cada miembro de la Deidad como Creador: 1) El Espíritu Santo —«… y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1.2); 2) el Padre —«Él es el que hizo la tierra con su poder, el que afirmó el mundo con su sabiduría, y extendió los cielos con su inteligencia» (Jeremías 51.15); y 3) el Hijo —«Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él» (Colosenses 1.16).
CONCLUSIÓN
El Espíritu Santo se describe en términos que únicamente se pueden aplicar a Dios. A partir de estos términos se puede concluir que el Espíritu Santo participa de la naturaleza divina juntamente con el Padre y el Hijo, y que es uno con el Padre y el Hijo, pero que es, a la vez, un Ser con personalidad propia. Es una persona que ocupa un lugar de primordial importancia en la Biblia.
PREGUNTAS DE ESTUDIO
1. Explique por qué la pregunta que se debe hacer no es: «¿Qué es el Espíritu Santo?», sino: «¿Quién es el Espíritu Santo?».
2. ¿Cuáles son cinco atributos que apuntan a que el Espíritu es una persona «viviente»?
3. ¿De qué modo, el hecho de que el Espíritu puede ser maltratado, señala que Él es una persona?
4. ¿Qué cualidades tienen en común el Espíritu Santo, el Padre y el Hijo?
GLOSARIO
Atributos - rasgos o características. En Romanos 1.20, se lee: «Porque las cosas [atributos] invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa».
Conversión - El acto por el cual uno cambia su modo de pensar y llega a ser cristiano.
Dones milagrosos - Capacidades especiales dadas por Dios —tales como el hablar en lenguas, la sanidad, y la profecía— que la iglesia primitiva recibió. (Vea Efesios 4.5; Mateo 28.18–20.)
Genealogía - Una lista de los antepasados. La genealogía de Jesús (Mateo 1.1–16) demostraba que Él era el cumplimiento de las profecías acerca del que había sido prometido por Dios.
Resurrección - El acto mediante el cual se le devuelve la vida a una persona muerta. La resurrección de Jesús es la prueba de que Él tiene poder sobre la muerte, y de que los que le sigan podrán vivir eternamente con Él en el cielo después de su vida en la tierra.
Revelación - Conjunto de verdades que el Espíritu Santo revela o da a conocer. La Biblia es la revelación de Dios al hombre.
LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO EN LOS CRISTIANOS DE HOY DÍA
1. Nos libra de la ley del pecado y de la muerte (Romanos8.2–8).
2. Realizará la resurrección (Romanos 8.11).
3. Nos ayuda en nuestras oraciones (Romanos 8.26; Efesios 6.18).
4. Intercede en favor nuestro (Romanos 8.26–27).
5. Nos guía (Romanos 8.14).
6. Nos sella para servir de arras para el día de la redención (2 Corintios 1.22; Efesios 1.13–14; 4.30).
7. Tiene comunión con nosotros (2 Corintios 13.14).
8. Nos brinda acceso al Padre (Efesios 2.18).
9. Fortalece el hombre interno (Efesios 3.16).
10. Produce unidad (Efesios 4.3).
11. Nos santifica (2 Tesalonicenses 2.13).